Hola, привет, Здраво.
By the way: además de en español, arriba dice hola en ruso y serbio. Por aquello de la globalidad y pretensiones de miras altas. Sin más.
Sigo yo pensando en mis queridos fantasmas. Su esclavitud con Instagram, su agitación nerviosa con Facebook, sus reyertas en Twitter. Su aislamiento para reponerse de todo lo anterior con Spotify. Que viva la música, ¿no? Y a correr.
Pero no sé yo si la cosa va por buen camino. Esta nueva cultura de la individualidad, el ombliguismo con buenas dosis de impaciencia y una borrachera de insolencia, el yoismo como norma estándar de comportamiento, ¿no conducirá a esta generación de eso que llaman nativos digitales hacia los primeros autómatas perfectos?
Habría que hacer ahora una pausa valorativa: hay muchos tipos de autómatas, no sin romanticismo habitualmente pensamos en estos
Aunque antes vinieron estos
Pero anteriores a esos intimidantes brazos robóticos de color naranja, estos autómatas ya eran habituales:
Sin embargo, previos a las cajas de ABS ya se habían inventado estos cachibaches, más dulces
Volviendo a mis fantasmas, dicho sea que lo de nativos digitales está muy afinado o nada en absoluto. Se supone que quien inventó el término da por hecho que la generación burbuja-nometoques-quereviento, entiende como ningún mortal de cosechas anteriores ese otro mundo sospechoso de mala conducta que tiene que ver con la programación y el uso de herramientas digitales. Lo que se conocía por informática hasta ayer mismo.
Y una mierda como una pierna, que decía un amigo mío muy poeta.
Donde sí he visto yo una ventaja adaptativa es en la velocidad del manejo de pulgares. Para usar la pantalla del móvil, más que nada. Para utilizar las plataformas mencionadas, más que todo.
Pero no en lo anterior. Así que, si por generación nativa digital entendemos lo que debe ser: el manejo de los dígitos, los dedos, entonces el término es correcto. Aunque yo uso más << La generación bidáctila de las redes sociales >>. Por preciso.
Y algo que es claro que se pierden es la radio. Vale, el aparato no; los gnomos que nos hablan desde dentro, sí. Y no siendo importante el tamaño de los mismos, muy chiquitos a juzgar por todos los que hablan sin parar, sí es lo que nos dicen.
La radio: otro «viejo» gran invento. Una pieza de compañía fundamental en la historia de esta civilización empeñada en borrarse del mapa existencial. No solo estuvo al lado de quienes se sienten solos, sino de familias enteras escuchando el parte, la radionovela, las misas de rigor, las noticias de la guerra. Cuántas malas y buenas noticias no dio la radio durante la guerra.
Porque la radio tiene esa capacidad de acompañar sin estorbar. Es el único medio de entretenimiento que no hipoteca tu tiempo. Que te deja hacer en tus ocupaciones sin apropiarse de ti.
Hoy, observo a mis fantasmas favoritos lejos de este mundo, con sus auriculares enchufados al móvil desde el que digitan sin descanso comentarios sobre lo intrascendente acompañados por la lista pregrabada de Spotify que ya conoce sus gustos mejor que la madre que los parió y el padre que los malcrió, y me quedo frío.
Ni siquiera el acto de escuchar música tiene que ver con el ritual acostumbrado de pinchar un LP de principio a fin. Mp3 mató el álbum, y la industria, y vivir de la música. Hoy, ningún impaciente bidáctilo de las redes sociales invierte tiempo en comprender la obra conceptual tras cada disco. Esto, también se perdieron. Ahora Spotify vende canciones, porque sus jóvenes oyentes no tienen tiempo que perder: 13 temas seguidos del mismo autor seria un desperdicio. Pink Floyd no hubiera existido, ni Supertramp, ni Mike Oldfield ni Rick Wackeman ni Emerson, Like & Palmer, ni ASIA ni Deep Purple ni King Crimson ni el rock progresivo ni… La historia del rock, y de la música, hubiera sido muy distinta con este panorama de desinterés y urgencia.
También ser perdieron Radio 3, oasis de músicas actuales, variopintos programas y contenidos culturales sin más criterio que el buen gusto, la calidad y la independencia. Con apuestas arriesgadas como la reciente Música en el Congreso con motivo del 40º aniversario de la Constitución.
http://www.rtve.es/drmn/embed/video/4803178
Iván Ferreiro, IZAL, Ángel Stanich… Se subieron a las escaleras para apoyar esta atrevida experiencia. ¿Y quiénes son? Ah, claro, que no se les ve por los debates de G.H., La Voz, O.T., M.Y.H.Y.V. Sin duda ejemplares espacios televisivos que ampliarán las mentes y las inconciencias de sus adictos. Luego, ya se sabe: postear, twittear, retwittear. Y a olvidar, que son dos días.
Y así, post a post, twitt a twitt, van saltando por los asuntos como carbones encendidos: la habilidad consiste en no quemarse. No sentir lo que se pisa. No conocer, ni comprender. Pasar, solo pasar. Y llenar la nube de likes o dislikes. Reventar los servidores de contenido vacuo, si es que tal incongruencia podría llegar nunca a imaginarse.
Efectivamente, el mundo cambia, como lo hizo siempre. La duda es si este cambio aporta algo al conocimiento colectivo. O es solo un tanque tras otro de palabras sin sentido e imágenes para olvidar con un alto coste social y medioambiental. Porque, ¿cuál es el gasto energético de los servidores? Llenar de verborrea inútil los discos duros de Google, Facebook, Youtube, Twitter… ¿Cuánto consume? Esa nube no está en el cielo, sino en la tierra. Y ya va pesando mucho.
Pero mejor hablamos de esto otro día. Que será largo. La aculturación nos condujo a esta civilización. La civilización está transformando esa cultura, por otra suerte de incultura. Mira tú qué cosas.
Si tienes dedos, comparte.
Ciao ciao.
#nativosdigitales #radiotresenelcongreso #conciertosradiotres #r3
.
Debe estar conectado para enviar un comentario.