VIVIR ENTRE CHATARRA. Y querer contarlo.

Hola, hola, hola.

En otro post anterior hablé acerca de la inutilidad del diseño ocurrente. Ese que únicamente se apoya en la superficialidad de la novedad, un simplista cambio estético, y una avariciosa necesidad de vender más y más rápido a quienes desde su pobre banalidad existencial lo necesitan. Sin más haber en sus personales mochilas que el precio o modernidad de sus objetos cotidianos.

Y así, en un inocente párrafo acabo de pasar a cuchillo al noventa por ciento de instagramers, setenta por ciento de facebookeros, y cien por cien de influencers youtubers.

Ye lo que hay, que diría la abuela asturiana.

Volviendo al lío. El diseño descrito más arriba, aparte de innecesario es letal para el medio ambiente. Insostenible y, por qué no, decididamente orientado a la estupidez y consumismo humanos. Aunque si Einstein ya advirtió que solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, quién soy yo para afirmar lo contrario.

Por otro lado está ese diseño que se sustenta en la innovación. Que mejora, abarata, aligera, magnifica, un producto preexistente. Rara es la ocasión que se parte del cero absoluto, salvo cuando la necesidad a cubrir también es nueva. 🤔❓

Hace veinte años nadie diseñaba carcasas para teléfonos móviles, porque no existían; hoy hay numerosas franquicias dedicadas a esta actividad. En parte también encuadrada en lo superfluo.

Anecdotita:

Cuando me construí mi primera casa, con las mismas manos y dedos que esto escribo, comprendí no sin horror lo absurdo de muchas cosas en el oficio. Esto es, cómo malgastamos ingentes cantidades de recursos para un hogar individual. La gran mayoría de viviendas unifamiliares en este país se construyen para la eternidad. Si bien, que se sepa hasta el momento todo propietario muere. Incluso en segunda, tercera y cuarta generación.

De modo que, ¿cuál es el propósito? ¿Trascender? ¿Quién? ¿El arquitecto que apenas salió de su despacho? ¿El albañil que no lo pisó? ¿Los dueños que la abandonaron tras un divorcio cruento? ¿Los gatos que la protegieron de ratones hasta su temprana muerte? Los ratones que la invadieron a la muerte de los gatos.

Va a ser esto.

Así que terminado el proyecto pensé que si un día volvía a subirme a un barco semejante, por algún retorcido quiebro del destino y no voluntad propia, edificaría algo que no necesitara hormigón, ni mortero, ni cualquiera de esos pesados y costosos materiales con que aquí levantamos los hogares eternos. Para ello pensé en contenedores, hace veintiún años de esto, no iba tan mal.

Y aquí, a este punto justo donde innovación, ingenio, ecopensamiento y responsabilidad se dan la mano para mejorar juntos, quería llegar. Mencionar la palabra Eco-Algo ya me apunta un plus de compromiso, aunque no pase de verbal, que me hace sentir bien.

Todavía no suficientemente populares, las casas con contenedores van ganando fieles. Adeptos, entusiastas, gente con pocos recursos o lo contrario. Clientes todos que aceptan con grado otra forma de construir, ¿edificar suena más íntimo?, eso que se llama hogar. Aunque no siempre sea tal cosa y también el concepto muera en el intento.

Personalmente, yo que me hago las cosas solo, vi una gran ventaja en las casas contenedor: rapidez, fiabilidad, sencillez, flexibilidad, economía.

Ensamblar contenedores sería una tarea relativamente sencilla, para alguien que trabaja consigo mismo, se discute y enfada, y con estos rápidos primeros pasos ya tenemos levantada una estructura que garantizará sin temor al colapso la sustentación del conjunto. A partir de ahí, tan solo debemos concentrarnos en cubrir su piel a nuestro gusto.

Fácil, ¿verdad?

 

 

¡Ni de coña!

Lo más probable es que las rígidas normas urbanísticas de las torpes mentes que habitan, o moran o invaden, carcomen, las administraciones públicas hayan bloqueado con un buen puñado de artículos cualquier opción a la novedad, la originalidad, el talento creativo, la distinción, la variabilidad, la innovación, en suma. Todo lo que se desvíe del rotulador del urbanista, a la papelera; no de reciclaje. En favor de algunos urbanistas, conviene recordar que también intervienen otros factores en el resultado final: intereses políticos, económicos, enemistades, poder. Todos espúreos.

Ello, con el monolítico argumento de proteger la siempre bienquerida tradición. También conocida como conservadurismo.

😢😢

Y así, vamos perdiendo posibilidades de dar salida a esos contenedores marinos que ocupan la superficie de cargueros, muelles, camiones, trenes, y que una vez jubilados de su primer uso se convierten en chatarra. Esta, mucho más valiosa como vivienda que como materia prima… Para fabricar nuevos contenedores. Dónde va usted a parar.

Os dejo varios ejemplos. Algunos de los cuales han roto la barrera psicológica del sexto piso.

Esta idea pretende realojar a quienes viven en favelas.

 

BROOKLYN.jpg
BROOKLYN

 

Nada como innovar, pero de verdad.

Hay bellos resultados como estos.

CASA ELEGANTE

 

Casos de casas que «nadie lo diría vete tú a pensar».

 

TEJADO DOS AGUAS

 

 

 

 

 

 

 

Resultados muy contemporáneos para los más modernos amigos del último modelo AyFon.

Más contenidos, y puesto que de contenedores se trata son pura coherencia.

Aunque para los asustadizos, es mejor que no aparezcan en el proceso constructivo o acabarán pensando lo que todos:

¡YO NO VIVO ENTRE CHATARRA!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si te gusta comparte.

Ciao ciao.

 

#diseñodeinteriores #arquitecturadeinteriores #casascontenedores

 

© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

Autor: Christophe Caro Alcalde

Interior Architect, painter, writer, photographer, builder, poet, novelist...

Un comentario en “VIVIR ENTRE CHATARRA. Y querer contarlo.”

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